Por Ronaldo Zanon
En el corazón de Colima, donde el volcán vigila los días y el Pacífico susurra a la costa, el aeropuerto “Miguel de la Madrid” siempre ha sido el punto de partida y de regreso. Para doña Elena, dueña de una pequeña posada en la capital, ese aeropuerto es sinónimo de oportunidades, pero también de limitaciones. Ve a los pocos aviones aterrizar de las dos rutas operativas Tijuana y del AIFA: y sueña con un día en que el flujo de viajeros sea constante, que su posada siempre este llena y que el mundo entero descubra la belleza de su tierra.
La mañana de este miércoles 7 de agosto, el aire vibraba con una nueva energía. Una noticia corrió como pólvora: una inversión de 327 millones de pesos marca el inicio de la modernización del aeropuerto. No es solo una cifra, sino la promesa de un futuro distinto. El Grupo Aeroportuario de la Marina ha dado el banderazo a una transformación que hará que Colima despegue.
Elena cerró los ojos e imaginó el nuevo aeropuerto. El edificio terminal, hoy modesto, se expandiría un 243% en su área operativa. Vio a la gente caminando por una nueva zona ambulatoria, documentándose en un área amplia y moderna, pasando por filtros de seguridad eficientes y, finalmente, relajándose en una sala de espera que, según dicen las autoridades, multiplicará por siete su capacidad. Su corazón se aceleró al pensar en la sala de llegadas, que recibirá a cinco veces más pasajeros. Cada uno de ellos, un potencial huésped para su posada.
La voz de la radio anuncia que, con esta obra, el aeropuerto se alista para obtener la categoría de internacional. Aquello sonaba a música en los oídos de Elena. Significa que su sueño podrá hacerse realidad. Nuevas rutas, más visitantes de todas partes del país y del extranjero, y una Colima mejor conectada con la Red del Sistema Aeroportuario Nacional. Mencionaron que la presidenta Claudia Sheinbaum impulsa esta iniciativa, y Elena sintió un respaldo, una apuesta por el crecimiento de su estado.
Se levantó de su silla y miró el volcán, tan imponente como siempre. Esta obra es más que concreto y acero; es una apuesta por el turismo, por el comercio y por el futuro de Colima. El aeropuerto, pensó, ya no será solo un lugar para irse, sino una puerta grande y moderna para dar la bienvenida al mundo entero. Y ella, doña Elena, estará esperando en su posada, lista para recibirlos con la calidez de su gente y los sabores que hacen de Colima un lugar único.
El despegue ha comenzado.
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