Por Staff AzTurismo
La dulce tradición de la meliponicultura prehispánica sigue viva en Quintana Roo, un legado maya que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y especialistas locales se esmeran en preservar. Recientemente, en el Museo Histórico de Felipe Carrillo Puerto, parte de la red INAH, se destacó la importancia cultural y ecológica de las abejas sin aguijón en una conferencia especial.
En el marco del Día Mundial de las Abejas (20 de mayo), el veterinario y apicultor Manuel Vázquez Cetina profundizó sobre la conexión milenaria entre los mayas y las abejas meliponas, o xunán kab (Melipona beecheii). Evocó el reciente descubrimiento, en el marco del salvamento arqueológico del Tren Maya, de tapas de piedra prehispánicas que se usaban para la cría de estas abejas, datadas del periodo Posclásico (950-1539 d.C.).
La Abeja Melipona: Un Tesoro Cultural y Ambiental
Las representaciones del dios maya Ah Muzen Cab (deidad de las abejas y la meliponicultura), halladas en sitios como Tulum, Cobá y Tankah, y de Itzamná (dios de la sabiduría) con herramientas apícolas, demuestran la profunda veneración que esta civilización tenía por estos polinizadores.
Vázquez Cetina también compartió los avances del proyecto “U Báalamo’ob” o Los Guardianes, en Felipe Carrillo Puerto. Esta iniciativa rescata métodos de cultivo y producción prehispánicos en jobones (troncos ahuecados), promoviendo la miel melipona, cuya calidad es superior a la de la apicultura tradicional, a pesar de su baja escala de producción (dos veces al año). La continuidad en el uso de tapas de piedra o ‘panuchos’ para sellar los jobones, confirmada en hallazgos del tramo 6 del Tren Maya, es un testimonio vivo de este legado.
A pesar de que Quintana Roo alberga 16 de las 46 especies de meliponinos de México, enfrentan amenazas como la deforestación, el uso de pesticidas, monocultivos y la destrucción de nidos. Para contrarrestarlo, se impulsan acciones como la siembra de árboles y plantas nativas, la regulación de pesticidas, la optimización del manejo del agua y el fomento del consumo de miel local.
Este esfuerzo conjunto busca asegurar que la dulce herencia de la meliponicultura maya siga zumbando por generaciones en el Caribe mexicano.